¿Evolución o involución?
La transición del papel impreso a la pantalla de los computadores ha generado
muchísimos cambios en la misma anatomía del ser humano. Los cambios que se han
producido en el cerebro son notables, y es lógico pensar que estos cambios tienen que
ver con nuestro entorno. Una de las características propias de los organismos vivos es
que tienen la habilidad de adaptarse y los humanos no están exentos de dicha regla.
Hay un planteamiento interesante cuando nos referimos a esos procesos de adaptación
pues, por lo general, esos procesos evolutivos se dan por la tendencia natural del
mundo de cambiar, pero en nuestro caso fuimos nosotros mismos quienes por medio
de nuestros recursos cambiamos al mundo, por lo que nos tuvimos que adaptar a él. En
varios capítulos ya hemos hablado de las consecuencias –negativas y positivas- de la
nueva era virtual. Por ejemplo, ahora relacionarse con cualquier persona es posible, el
único requisito es tener acceso a internet. El cerebro, aunque se ha vuelto descuidado
y distraído, ha empezado a desarrollar impresionantes mecanismos de memoria y
agilidad. Puede que no retengamos información igual de bien a como lo hacían nuestros
bisabuelos, pero sin duda alguna si somos capaces de encontrar una solución a un
problema X de una manera más rápida.
Como producto de las nuevas dinámicas de información, que han cambiado la forma de
comunicarnos, ha habido varios comunes denominadores en el comportamiento de los
internautas. Por ejemplo, debido a la transmisión instantánea de mensajes hemos ido
acortando los tiempos de respuesta. Mientras que en el lejano oeste se hacían relevos a
caballo y un mensaje se demoraba dos o tres semanas en ser transmitido, nosotros con
solo hacer click vamos a poder decir lo que queremos. Eso nos ha llevado a esperar cada
vez respuestas más rápidas, uno quiere ver el efecto que puede tener con un comentario
en Facebook de manera rápida y constantemente estamos buscando aprobación y
rapidez en cada presentación hecha.
El constante devenir de información, de respuestas, de enlaces ha generado una
sociedad internauta. Y gracias al cubrimiento que medios como internet otorgan, en donde
cualquier publicación puede ser vista en cualquier país sin censura, la red pasa a ser una
especie de club social con mucha visibilidad. Internet ha logrado fusionar facilidades de
acceso y participación con la posibilidad de hacerse notar y sobresalir de la masa inerme
a la cual nos esclavizamos en calles como las de Bogotá. Es así como, en su mayoría los
jóvenes pero en general casi todo el mundo puede hacerse visible ante el mundo entero.
El niño que siempre se sentaba atrás en el colegio, que hablaba poco y no socializaba
mucho, aquél al que siempre le decían que tenía que dejar de ser tan tímido al fin
encontró la forma de poder decir todo lo que pensó pero que nunca se atrevió a articular.
La mujer a la cual maltrataban y prohibían mostrar su cara, aquella que solo era una
máquina para parir y un robot para limpiar pudo, por medio de un simple blog, convertirse
en la máxima exponente de los derechos de las mujeres. El político de izquierda con muy
pocos recursos para su campaña logró movilizar a muchos estudiantes por medio de
sitios web gratuitos.
Definitivamente todos estos nuevos procesos no nos están embruteciendo. No soy
biólogo ni nada que se le parezca, pero al igual que ya no podemos resistir temperaturas
tan frías, como ya no podemos subir árboles con la misma agilidad, no podemos retener
la misma cantidad de información. ¿Será que la última incapacidad es un atraso genético?
¿O que tal que esa habilidad, al igual que el arco y la flecha, el pelo del cuerpo largo y el
exceso de fuerza ya no son necesarios?
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